Protector mío, San Cristóbal, os suplico me infundáis una fe ardiente
en los santos misterios, y la gacias de no quebrantar jamás las
promesas dadas en el Bautismo.
¡Oh mártir invicto! protégeme de ls epidemias y demás castigos de la
Providencia que el pecado nos acarrea.
Sed mi guía y mi guardián en los caminos de la vida.
Preservadme de la muerte súbita y de la impenitencia final; y haced
que yo viva siempre como siervo fiel de Jesucristo, para poder
después gozarle eternamente en el cielo.
SAN CRISTÓBAL. CATDERAL DE SEVILLA. MATEO PÉREZ DE ALESIO. 1584
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